miércoles, 12 de febrero de 2014

Thomas Dolby - Hyperactive!





En los años 80 el vídeo experimentó un desarrollo tecnológico impresionante con la creación de dispositivos y técnicas que abrían posibilidades expresivas inéditas. Si a ellos asumimos la creatividad que asomaba por doquier en aquellos años no es de extrañar que en esa década se realizasen videoclips que aún hoy sorprenden. Este es el caso del que nos ocupa, de un tal Thomas Dolby que a pesar de su nombre artístico no tiene nada que ver con el doctor Ray Dolby, uno de los inventores del magnetoscopio y creador del sistema de reducción de ruido que lleva su nombre. De hecho los laboratorios Dolby emprendieron acciones legales contra este músico por el uso del nombre del inventor. La cosa no es nueva algo parecido una descendiente de Graf von Zeppelin hizo respecto a la banda de Jimmy Page y Robert Plant.

El más tonto hace relojes....




Utilizo este refrán al igual que podría parafrasear a Antonio Gala diciendo que esto es como para comer chinchetas a la puerta de un sastre. No encuentro palabras de mi cosecha para expresarme ante el hecho de que en las pasadas navidades el libro más vendido en este jodido país se llame "Ambiciones y reflexiones" y esté ¿escrito? por una tal Belén Esteban.

Y la verdad es que yo creía que en un país donde una tal Tamara Seisdedos publicó un disco que fue número uno en ventas en su momento, donde una de las mayores fortunas corresponde a un sujeto que se hace llamar Rappel, o donde personajes como José María Ruíz Mateos o Jesús Gil y Gil son elegidos por sufragio ciudadano mi capacidad de sorpresa estaba ya superada.  Lo de este país es de traca, y no me refiero a las fiestas populares de Levante. Como decía el doctor Fernandez Sayans, médico de cabecera que tuve en la época en que pasé de la niñez a la adolescencia, "España es el único país donde los tontos saben mas que los listos; y contra eso hay que rebelarse".

Lo de las ambiciones está claro. El caso de una choni semianalfabeta que gracias a la mejor corrida de Jesulín de Ubrique consigue de la noche a la mañana lo que no se logra con años de estudio y preparación es evidente que no sólo se trata de una ambición satisfecha; sino del mayor caso de ascensión social desde Cenicienta. Pero sobre lo de las reflexiones habría tela que cortar. Para reflexionar hace falta primero pensar, tener la cabeza mínimamente amueblada; y lo que esta sujeta tiene entre la laca y el rimmel es una nave industrial tras un embargo. Claro que habría que saber si ella realmente ha sabido juntar tres palabras seguidas o ha sido otro (lo que coloquialmente se llama un "negro") el autor de semejante desaguisado que no merece ser clasificado en la misma categoría que los Episodios Nacionales, la familia de Pascual Duarte o Los renglones torcidos de Dios.

Asistimos, además, a un curioso caso de inversión. En mis recuerdos de infancia están las revistas del corazón que abundaban en cualquier peluquería, también de caballeros, que se preciase. Por sus páginas a color aparecían músicos, presentadores de televisión, actores o escritores que por su actividad profesional o artísticas se habían hecho famosos. Hoy sucede justamente al revés y parece que hay que ser habitual de las revistas y programas del corazón para que te den trabajo como actor o presentador, para grabar un disco o para que te publiquen un libro.

Pero si el tonto hace relojes, el que se guía por ellos para saber la hora es imbécil de remate. Si los ejemplares del libraco en cuestión terminasen por falta de demanda en un almacén durmiendo el sueño de los justos o en una planta de reciclaje para reencarnarse en literatura de verdad la cosa tendría pase. Pero es que el libro no sólo es que se haya publicado, que ya son ganas de contribuir a la deforestación, sino que haya habido colas para comprar el dichoso objeto al que me niego, denominándolo como libro, a equipararlo a la Biblia, al Quijote, a "La familia de Pascual Duarte" o a "Los pilares de la Tierra" por poner sólo cuatro ejemplos.  Seguramente los mismos (o las mismas) que suscriben frases como "Arriba la Esteban" o que con surrealista orgullo la tildan de "princesa del pueblo" cuando merecería más ser la prima del pueblo de ciertas películas protagonizadas por Paco Martínez Soria.

Mucho se ha dicho de los baremos para conocer el desarrollo de un país. Se decía que bastaba comprobar el estado de sus ferrocarriles; o como trata a sus niños y mayores. Últimamente se habla del informe PISA. No hace tanto irse tan lejos. Un país donde mientras un montón de periodistas, filólogos o diseñadores están en el paro o - teniendo que estar, encima, agradecidos - moviendo cajas en un almacén, tras la caja registradora de un hipermercado o en una cadena de montaje mientras que individuos/as que en una sociedad mínimamente avanzada como mucho estarían fregando escaleras son estrellas de la televisión, diseñan ropa y escriben libros y se llevan a fin de mes un sueldo que no lo gana un doctor en la Europa civilzada no es precisamente un país desarrollado.

Y luego nos rasgamos las vestiduras cuando pasa lo que pasa.