lunes, 13 de octubre de 2014

En los genes lo llevaban


Hace unos cuantos años me encontraba sin empleo, Era octubre, mi anterior contrato había finalizado en agosto y por entonces se tardaba entre tres y cuatro meses en recibir la primera prestación del paro.  Andando con mi currículum bajo el brazo por emisoras, estudios de grabación y productoras recalé en una emisora local donde la persona que me recibió me presentó al director de la casa. Sorprendentemente me comentó que para técnico sí que había previsto cubrir una vacante y nos citamos para una entrevista la semana siguiente.

Efectivamente les interesaba contar con un técnico y mis tres años de experiencia en otra emisora local les interesó. El director me contó las tres maneras que había de ganar dinero en aquella emisora. Por un lado estaba el sueldo, por otro la realización de cuñas, cuyo coste, pagado por el anunciante, se repartía  a partes iguales entre el locutor y el técnico que la grababa, la tercera vía era la realización de unos programas patrocinados. Si la cosa se daba bien podía salir un sueldo bastante majo para la época, incluso sólo con que grabase la misma publicidad que en mi anterior emisora.

Tres maneras de ganar dinero, de las cuales no vi la realización práctica de ninguna. El contrato no se firmaba y las excusas para no hacerlo se sucedían a cual más surrealista y chiflada, alternándose con promesas de una inminente firma, no grabé ni una sola cuña, salvo autopromociones y una que ¡que curioso! no se cobraba porque era una "gentileza de la emisora con el cliente". Gentileza que podía haberla tenido el director de la radio; quien grababa bastante publicidad en autocontrol para llevarse la pasta del técnico y del locutor y añadirla a un sueldo que desde luego no era nada pequeño.


Hablando con compañeros me doy cuenta de que de los ocho redactores y redactoras, los tres locutores y los dos técnicos sólo dos están cobrando a fin de mes. Para más inri la emisora no sólo tiene una enorme cantidad de publicidad (algunos cortes en los programas llegaban a tener doce cuñas) por la cual el propietario de cualquier otra emisora local no sólo hubiera matado, sino cometido un genocidio; sino que en dos ocasiones el director de la emisora se vanaglorió ante la impagada plantilla de que se había batido el record de facturación publicitaria. Así obtiene beneficios hasta Abundio.

En eso llegó la comunicación del INEM de que a partir de ese mes comenzaría a cobrar mi prestación por desempleo durante veinte meses. Evidentemente me marché. Estaba claro que no les daba la gana hacer un contrato por lo que yo, que estudié imagen y sonido para aprender un medio de vida y no un hobby, allí sobraba. Hubo algún compañero que me intentó convencer para seguir argumentando que a mi casa no me iban a llevar nada, y que en aquella casa adquiriría experiencia y conocimientos. Yo le contesté que ya tenía tres años de experiencia y una titulación oficial y que el hecho de cobrar el paro y trabajar era tan ilegal como no hacer contrato ni pagar a los trabajadores; y desde luego yo no iba a ser un delincuente como aquella emisora... ¿que no he dicho como se llamaba? ¡ah, perdón!. Era Radio Getafe, de la cadena RATO. ¿Les suena el nombre? ¡Como no les va a sonar si el propietario era el hermano de un tal Rodrigo que presidió un banco cuyo color era el mismo verde que el de la emisora! Si, la cadena RATO obtenía beneficios no sólo por el medio legítimo de su facturación publicitaria sino también por el ilegítimo de robar a sus trabajadores. Y es que de la misma manera que han existido sagas y dinastías de actores (los Gutierrez Caba), de pintores (los Madrazo) de músicos (los Strauss) de escritores (los Dumas) o payasos (los Aragón) también tenemos a familias en cuyos genes está firmemente implantado el meter el dos de bastos para sacar el as de oros, que escribía Don Francisco de Quevedo y Villegas.

 


 

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